PIONEROS DEL PIRENEISMO
El montañismo es una actividad que cuenta con 200 años de historia, su origen, a finales del siglo XVIII, coincide con las primeras escaladas en los Alpes. Por supuesto, las montañas siempre han estado ahí, antes de la existencia del hombre, pero el ser humano las ha mirado tradicionalmente con temor y temblor, creyéndolas habitáculo de los dioses y de otros seres fantásticos. Hubo que esperar a que el siglo llamado de las luces inaugurara un cambio de mentalidad para que naciera la actividad que llamamos montañismo.
Dentro de esas extraordinarias y románticas figuras de los primeros exploradores es necesario centrarnos brevemente en alguno de ellos que configuraron eso que se ha venido en llamar “pireneismo clásico”. Se unían en estos aventureros un espíritu científico, es estudio, más que deportivo, y esas lejanas e inaccesibles cimas proporcionaban un marco incomparable para su aventura. El binomio ciencia – excursionismo lo vemos también reflejado cuando se analizan los primeros exploradores de nuestra sierra de Guadarrama.
Entre esos primeros viajes de exploración, realizados por extranjeros, cabe citar el del abad de Oyeu, Pierre Bernard de Palasson, auténtico pionero que inicia la investigación metódica de esas montañas en 1774, clasificando la composición mineralógica de distintos lugares, como Viñemal y Marboré.
Años más tarde, en 1786, Reboul y Vidal hicieron mediciones de altitudes y propusieron como la cota más alta del Pirineo el Aneto, frente al monte Perdido que había sido la opinión tradicional. Junker en 1792 en compañía de pastores alcanzó la cima de Viñemal.
Un unto importante de este nuevo interés por la montaña, será el año 1842 donde Tchinatcheff y Franqueville lograrán ascender al Aneto ayudándose de guías. Sin embargo la figura más destacada de esta época la constituye H.Russel, viajero incansable que transitó durante varios años las desoladas alturas superiores del macizo. En 1862 publicó una primera guía montañera y participó poco después en la fundación de la primera sociedad pireneista.
Entre tanto nombre extranjero devoto de esas montañas existe algún que otro español, como Lucas Mallada, que en 1878 publicó un estudio geológico dela provincia de Huesca contribuyendo grandemente al conocimiento del Pirineo en nuestro país.
EL CENTRE EXCURSIONISTA DE CATALUYNA
Fue en el siglo XIX, en la eclosión del movimiento romántico, cuando surgió una nueva mirada sobre el paisaje, y en especial sobre la montaña. Se iniciaron aquellas maravillosas aventuras que llevaron a encaramarse sobre las alturas tan inhóspitas y lejanas de aquel tiempo.
Este movimiento no es sólo, pues, admiración por la naturaleza, sino que va más allá, y aparece vinculado profundamente con los sentimientos nacionalistas que van emergiendo de aquí para allá y centran su mirada en lo popular, autóctono y diferencial.
Pues bien, en el meollo de este movimiento nace en Barcelona, en el año 1876 la Associació Catalanista d’excursions cientifiques (el CEC) con la finalidad declarada de investigar todo aquello que merezca atención sobre los conceptos científicos, literarios y artísticos de Catalunya. La creación de este club está inspirada en su homólogo inglés, el Alpine Club, fundado en el mismo año.
LA ECLOSION, EL PIRENEISMO EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX
Es en esos comienzos del siglo XX cuando la sementera realizada en las décadas anteriores comienza a cuajar en grandes realizaciones. Surgen figuras verdaderos pioneros del montañismo en la Península, cuyos nombres tal vez han quedado oscurecidos por el rápido paso del tiempo. En el Pirineo catalán hay una figura que descuella sobre los demás, Luis Estasén, que se centró en el emblemático macizo de Pedraforca donde realizó la mayor parte de sus exploraciones y escaladas.
Fuera de España escaló además el Monte Rosa, el Mont Blanc y algunas de las cimas señeras de los Dolomitas. El macizo de Pedraforca forma, junto al Canigó y Montserrat, uno de los símbolos excursionistas y montañeros de Catalunya. Montaña de gran belleza estética, estará siempre unida al recuerdo de Luis Estasén que moría en 1950, en la inauguración del refugio que lleva su nombre al pie del macizo.
El Pedraforca es una montaña bicéfala, con dos cumbres casi gemelas conocidas como los pollegones. Ejemplos de curioso bicefalismo lo encontramos también en otras cumbres de los Pirineos, como Els Encantas y la Forcanada. No es una montaña especialmente alta, 2492 metros, pero la ascensión al techo del Pedraforca es bastante complicada si no se tiene experiencia.
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