El Circo y la Laguna Grande de Gredos |
El primer encuento con Gredos suele tener un carácter iniciático. Es fácil que el montañero se quede asombrado ante aquel paisaje "imposible" que observa alrededor suyo, en abrazo envolvente, cuando lo admira al pie de la Laguna Grande, de aguas tranquilas y oscuras, donde se reflejan los picachos de sierras circundantes adornadas de neveros. Y arriba el cielo azul infinito dando un toque luminoso a la sinfonía de tonos grises. Pero ocurre que la densidad del viaje no es sólo un elemento objetivo, influye la percepción del viajero, de como vive aquello que acontece. Puede que existan viajes "extraordinarios" aunque la ruta sea sencilla, y otros "ordinarios", aunque nos traslademos al otro lado del globo. "La belleza está en el ojo del viajero", de otra manera: es el sujeto, el viajero, el que se asombra y se maravilla (ante el objeto).
En la revista Peñalara, en un número muy antiguo, nada menos que febrero de 1914, aparecía un artículo relativo a la "más antigua excursión conocida a la laguna de Gredos" que tuvo lugar en el año 1839. Incorpora un relato de la misma, realizado por uno de sus protagonistas, de tal suerte y con tal alarde literario que aquel pequeño viaje es recreado como "una aventura extraordinaria". Os dejo algún fragmento:
"El dia 5 de agosto salen de Oropesa, en dirección al <<polo austral>> del lago fantástico, el 6 cruzan un alto puerto, desde donde <<nuestra vista sólo necesitaba atmósfera limpia para señorearse de cuasi toda Castilla la Nueva y parte de la provincia de Murcia>>, y a la caída de la tarde miran <<en una profundidad espantosa>> la laguna y <<también varios ventisqueros o masas enormes de nieve acumuladas desde el principio de los tiempos en sinuosidades casi inacesibles>>, aquella noche su Reámur marca 2 grados y 1,5 al amanecer... "
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