Este domingo 22 se ha celebrado el dia Internacional de la Biodiversidad. Bueno momento para pensar en nuestra responsabilidad en la preservación del patrimonio natural, la naturaleza no es un recurso, una materia prima, puesta delante nuestra para que la explotemos. Tenemos que vivir ciertamente, pero poco futuro tendremos si no cuidamos de la vida. Os dejo a modo de documento, poco sospechoso, la Carta abierta del Comisario europeo de Medio Ambiente en el Día Internacional de la Biodiversidad 2011: "Morder la mano que nos da de comer", por Janez Potocknic
La pérdida de biodiversidad es la otra cara del cambio climático, y aunque el mundo parece por fin estar tomando conciencia de las amenazas de ese cambio, aún no percibe en su justa medida el peligro que supone la merma de diversidad biológica, entre otros motivos porque los argumentos económicos que abogan por protegerla no terminan de calar en políticos y empresarios.
Consecuencias de la pérdida de biodiversidad: más allá de la extinción de especies
Además, la mayoría de la gente piensa que pérdida de biodiversidad significa, simplemente, extinción de unas pocas especies amenazadas, bien conocidas, como los tigres y los gorilas. Y aunque eso es, por supuesto, parte del problema, la pérdida de biodiversidad constituye un concepto mucho más amplio: es la desaparición de la extraordinaria variedad de formas de vida con las que compartimos este planeta, con las implicaciones que ello tiene para nuestra propia especie. Porque la biodiversidad abarca no solo a animales y plantas, sino también a los ecosistemas que satisfacen muchas de nuestras necesidades más básicas: alimentos, agua dulce, materias primas, suelos fértiles, medicamentos, protección frente a condiciones meteorológicas extremas, etcétera. La biodiversidad es el sostén de nuestro bienestar y el cimiento de nuestra prosperidad económica. Y, sin embargo, en las últimas décadas, esa especie inteligente que somos nosotros ha hecho todo lo posible por explotar este valioso recurso, gastarlo, frenarlo y, en general, destruirlo. Si dijéramos que lo hemos dado siempre por descontado sería quedarnos muy cortos.
Esta indiferencia total hacia la biodiversidad está directamente vinculada al crecimiento. En el siglo XX, la población humana se multiplicó por cuatro, y la producción económica, por cuarenta. El uso de combustibles fósiles aumentó dieciséis veces, las capturas de pescado, treinta y cinco, y el consumo de agua, nueve. Al mismo tiempo, y no es una casualidad, hemos estado asistiendo en todo el mundo a una disminución alarmante del número de especies y hábitats naturales a una velocidad mil veces superior al ritmo natural. Solo en la UE, está amenazada de extinción hasta una cuarta parte de las especies animales, y el 88 % de las poblaciones de peces están siendo sobreexplotadas. La mayor parte de los servicios que prestan los ecosistemas están «degradados»: los ecosistemas ya no pueden seguir ofreciendo servicios tan básicos, aunque en gran medida desconocidos pero vitales, como son la polinización de cultivos, un aire y un agua limpios y la contención de las inundaciones y la erosión. .
Antes de 2050: seremos 9 billones de consumidores de recursos en la Tierra
Antes de 2050, la población mundial habrá aumentado hasta llegar a los nueve mil millones de personas. No hay que ser un genio para darse cuenta de que nos estamos precipitando hacia una catástrofe ecológica.
Proteger la naturaleza es un deber moral y ético. Ni que decir tiene que debemos preservar las maravillas naturales del planeta, no solo por su propio valor, sin también por el bien de las generaciones futuras. Pero si este argumento no consigue convencer a algunos, el económico lo hará. Conservar esas maravillas y restaurarlas redundará en nuestro propio beneficio; de otro modo, estaremos «mordiendo la mano que nos da de comer». Y si ahora no somos lo suficientemente inteligentes como para invertir en la protección de la diversidad de la vida y de unos ecosistemas sanos, tendremos después que pagar más para intentar restaurar lo perdido.
Decir esto no es tener una fe ciega en la naturaleza. Este convencimiento está respaldado por sólidos estudios económicos. Según la obra titulada «La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad» (TEEB, por sus siglas en inglés), el valor de las oportunidades de negocio que abriría el hecho de invertir en la naturaleza podría oscilar entre dos y seis billones de dólares de aquí a 2050; ese estudio recomienda, por otra parte, tener en cuenta el valor económico real de la biodiversidad en la toma de decisiones y reflejarlo en los sistemas de contabilidad nacional. El estudio contiene algunas cifras sorprendentes: se calcula, por ejemplo, que la polinización que realizan los insectos genera en total un valor de 153 000 millones de dólares al año, lo que representa casi el 10 % de la producción agrícola mundial para la alimentación humana. Se estima también que la pérdida anual de oportunidades que causa la sobreexplotación pesquera mundial asciende a 50 000 millones de euros. La ciudad de Nueva York ahorró 6 500 millones de dólares invirtiendo en el mantenimiento de la capacidad natural de depuración del agua de la cuenca fluvial de las montañas Catskill, en lugar de en la construcción de una planta de filtrado.
Una estrategia global para combatir la pérdida de biodiversidadUna estrategia global para combatir la pérdida de biodiversidad
¿Qué podemos hacer entonces? El año pasado, los ministros de medio ambiente de todo el mundo, reunidos en Nagoya, acordaron una estrategia global para combatir la pérdida de biodiversidad. Ese acuerdo fue en sí mismo un éxito, pero ahora es preciso ponerlo en práctica y realizar sus objetivos. No hay que escatimar esfuerzos para conseguirlo. Esa estrategia debe formar parte de las prioridades no solo de los ministros de medio ambiente, sino también de los de agricultura, pesca, industria, transporte, investigación, comercio, etc. Detener la pérdida de biodiversidad ha de ser una cuestión que se debata en los parlamentos, los consejos de administración y las familias. Yo, por mi parte, voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que esto suceda también a nivel político en la UE. Espero que sean muchos los que se unan a mí en este empeño
Una célebre profecía de los indios Cree dice lo siguiente: "Solo cuando se haya talado el último árbol; solo cuando se haya envenenado el último río; solo cuando se haya pescado el último pez; solo entonces descubrirá el hombre blanco que el dinero no es comestible".
No quisiera pertenecer a la generación en la que se demuestre que los indios Cree tenían razón
"El 22 de mayo es el Día Internacional de la Biodiversidad, excelente ocasión para honrar a la naturaleza, pero también para recordar que no somos la única forma de vida en la Tierra. Quizás nos creamos una especie «inteligente», pero nuestra conducta colectiva, por lo menos de cara a la naturaleza, da pocas muestras de ello. La dura realidad es que estamos destruyendo este hermoso planeta en detrimento de las generaciones futuras, a las que, en el mejor de los casos, dejaremos el pesado legado de problemas económicos y ambientales que nosotros no supimos resolver.
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