Valle de la Fuenfría desde Siete Picos |
Nuestra excursión en el Espinar da pie para hablar de un viejo oficio casi perdido: la gabarrería. Un ejemplo de esas formas tradicionales de vida que han estado presentes en la Sierra de Guadarrama hasta hace apenas unas decenas de años y cuyos vestigios materiales se pueden ver aún hoy en nuestras salidas al campo.
Según el diccionario el gabarrero es el “que saca la leña del monte y la transporta para venderla”, y fue un modo tradicional de vida de muchos vecinos de los pueblos de El Espinar, Rascafría, Cercedilla, Guadarrama, Navafría y Valsaín. En principio, debido a la propiedad comunal de los montes más de aquellos que pertenecían a la Corona, el gabarrero sólo podía apropiarse de la leña seca. A su búsqueda recorría el monte con su caballería.
También cuando los madereros hacían talas en los montes, previamente marcadas acudían rápidamente, para llevarse, en orden de llegada, las leñas de los pinos talados.
Sus relaciones con los guardas del pinar fueron tradicionalmente conflictivas, ya que en ocasiones por falta de leña seca los gabarreros cortaban ramas vivas para completar la carga.
Se ha considerado que la labor que realizaban los gabarreros era positiva, aparte, evidentemente, de garantizarles un modo de susbsistencia –aunque precario-. Pues al eliminar las ramas secas quitaban un foco importante para la propagación de las plagas y mantenían el interior del monte limpio con lo que se evitaba la posible propagación de plagas
Según el diccionario el gabarrero es el “que saca la leña del monte y la transporta para venderla”, y fue un modo tradicional de vida de muchos vecinos de los pueblos de El Espinar, Rascafría, Cercedilla, Guadarrama, Navafría y Valsaín. En principio, debido a la propiedad comunal de los montes más de aquellos que pertenecían a la Corona, el gabarrero sólo podía apropiarse de la leña seca. A su búsqueda recorría el monte con su caballería.
También cuando los madereros hacían talas en los montes, previamente marcadas acudían rápidamente, para llevarse, en orden de llegada, las leñas de los pinos talados.
Sus relaciones con los guardas del pinar fueron tradicionalmente conflictivas, ya que en ocasiones por falta de leña seca los gabarreros cortaban ramas vivas para completar la carga.
Se ha considerado que la labor que realizaban los gabarreros era positiva, aparte, evidentemente, de garantizarles un modo de susbsistencia –aunque precario-. Pues al eliminar las ramas secas quitaban un foco importante para la propagación de las plagas y mantenían el interior del monte limpio con lo que se evitaba la posible propagación de plagas
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